Escrito de Jaume Fàbrega
La obra de David Martínez Bosch es un interrogante en nuestra sensibilidad, utiliza las dadas del que habitualmente conceptuamos como a realismo y, no obstante, tan conceptualmente como estéticamente, se aparta del realismo esclerótico de tipo académico que identificamos con el nombre de Escuela de Arte de Olot ( la escuela actual, no la histórica), si bien utiliza los recursos más agradecidos, por lo que hace de su concepción del paisaje.

Al mismo tiempo, pero, ni por la técnica utilizada (que no radicaliza las alusiones fotográficas, entre otras cosas porqué trabaja del natural, es decir, que inserte dentro de la tradición impresionista del "plenarismo"), ni por los formatos, no se puede inserir dentro el hiperrealismo de factura norteamericana: no obstante, es capaz de adelantar es esta dirección, sobretodo por lo que hace a la ejecución de ciertas naturas muertas de objeto poco convencional ( como unas alpargatas).

De esta corriente, además, le separa el echo que adopta una actitud contemplativa delante de la realidad; la transcribe dentro el que podríamos nombrar un realismo tranquilo.
por lo que hace a este paisajismo, David Martinez está en posesión de un lenguaje a la vez apto y hábil, que sabe transportar encima la tela matizadamente los paisajes de montaña ( Oix y otros lugares), las iglesias románicas o las catedrales góticas, el estany de Banyoles, campos y montañas, sin caer en virtuosismo estéril, pero aportando dadas sensibles sobre el color, la luz, las sombras, las horas del día, las estaciones y, particularmente, un cromatismo muy bien estructurado y una curada composición, dentro la cual los primeros planos tienen también su importancia. Igualmente sabe utilizar de forma sensible y sin caer en afectísimo gratuito, la textura convertida en una manera de granulado que da cualidades volumétricas a la composición.